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miércoles, 10 de febrero de 2021

EL CUENTO DE LOS TRES CERDITOS (BIEN CONTADO)

 

Érase una vez una mamá cerdo que tenía tres hijos con los que vivía en el bosque, siendo muy pobre tuvo que mandar a sus cerditos a buscarse la vida a pesar de que en ese bosque habitaba un lobo que siempre estaba intentando comérselos. Hasta aquí todo correcto.

 



Para protegerse del lobo, los cerditos decidieron construirse una casa cada uno. El más joven no quería malgastar ni tiempo ni dinero, el material más manejable y económico a mano eran los fardos de paja de un sembrado cercano. Levantó una pequeña cimentación de piedra para evitar la humedad del suelo, construyó, orientadas al calor del Sol, cuatro paredes apilando fardos (sistema Nebraska) o apoyándose en una sencilla estructura de madera (sistemas GREB, Cut, Postes y Vigas), material que también tenía a mano en el bosque y puso especial cuidado en construir una cubierta que protegiera de la lluvia su nueva casa. Lo más divertido y laborioso fue revestir de barro las paredes, recuperando técnicas casi olvidadas. La casa era pequeña y nada lujosa pero transpirable y muy sana y con un diseño adaptado a sus necesidades y su presupuesto (alrededor de 800 euros el metro cuadrado) y tuvo tiempo de sobra para dedicárselo a sí mismo. La casita le quedó así.

El siguiente cerdito arriesgo algo más de dinero y apostó decididamente por la madera y la estanqueidad, paredes de estructura de madera rellenas de aislamiento de corcho natural, o de paja prensada o de fibra de madera, o cáñamo o celulosa, todos materiales del bosque. Una lámina estanca al aire pero permeable al vapor y ventanas de triple vidrio con las cámaras rellenas de gas argón. Para una correcta ventilación y ahorrarse instalar una calefacción le puso a la casa un sistema eléctrico recuperador de calor que aseguraba la renovación constante del ambiente manteniendo la humedad y la temperatura y para no depender de nadie, colocó paneles solares térmicos y fotovoltaicos con unas buenas baterías acumuladoras. Se gastó al menos 1200 euros por metro cuadrado pero en poco más de cinco años amortizó la inversión (de este particular discutieron bastante los tres hermanos). ¿Quieres ver el resultado? Es este.

 

 

El cerdito mayor, de más autoridad moral y conocedor del engorroso mundo de la construcción de viviendas de la ciudad decidió hacerse una casa tal y como construyen los edificios en la gran urbe, estructura de hormigón armado, zapatas, pilares, zunchos, si es necesario usaría perfiles metálicos de acero, como los que usan para los puentes que cruzan los grandes ríos. No iba a ser menos que sus hermanos y puso mucho aislante, poliu nosequé o poliesti nosecual, eso sí, con gafas, mascarilla y guantes porque respirar estos materiales no es lo mejor para la salud. PVC para las ventanas, que lo hacen en una fabrica cercana, desde el bosque se ve la chimenea de humo que desprende la factoría así que no tiene pérdida. Todo bien acabado en ladrillo caravista, así ahorramos en revestimientos (pero no en infiltraciones indeseadas de aire). La casa no fue más barata que la de su hermano mediano, de seguro más de 1000 euros/m2, pero a prueba de temporales, aunque sus hermanos dijeran esto de su casa.

La reacción del lobo no se hizo esperar, se dirigió sin mucho pensar a la casita de paja que parecía más fácil de derribar a soplidos, pero no fue así, al menos en principio, la casa asume esos cambios de presión y humedad, se autorregula dada las características de los materiales naturales usados en la construcción, pero ante la insistencia del lobo la casa acabo colapsando, no hubo mucho problema, el suelo del bosque admitió a la paja y la madera como parte de si mismo, el impacto ambiental fue nulo y con la experiencia, al cerdito menor no le costaría hacerse otra casita. La casa de madera ya eran palabras mayores, no cedía ante los soplidos del lobo, la estanqueidad de la casa la hacía inespugnable pero finalmente tambien cedió, otra vez restos de madera al suelo, ningún problema para el bosque, quizá hubo que reciclar las instalaciones y alguna otra cosa, impacto mínimo. Lo peor fue la casa de ladrillo, no cayó, se fue arruinando poco a poco y esos escombros sí que no fueron admitidos por el bosque, más aún, lo contaminaron, eliminaron biodiversidad, corrompieron el suelo y el humedal, qué desastre.

Y colorín colorado, los hermanos decidieron unir fuerzas y construirse un “cohousing” aprovechando la experiencia de cada uno, barato, eficiente, bien construido y fueron felices comiendo con las perdices.

 


 

2 comentarios:

Maru dijo...

Me encantó! Doy clases de diseño arquitectónico en secundaria y ya habia utilizado este cuento para explicar algunas cosas pero tu cuento es extraordinario! Y aterrizado a los temas actuales. Muchas gracias.

tutoriadelolmo20192020 dijo...

Yo también soy profe...Esfuerzo, solidaridad y cooperación son los valores del cuento original, y en tu cuento esos valores respetan la naturaleza, es ella quien nos da derecho de uso...y estos cerditos lo han aprendido. Las moralejas así sí son un verdadero final feliz. Gracias por escribir, trabajar y construir en esta línea, usaré tu texto en clase.